Charles Darnay nació un 10 de enero de 1749, en Londres (Inglaterra). Pertenecía a la dinastía de los Saint-Evrémonde, una familia de origen francés, muy rica y poderosa. Sus padres (de los que no se tienen apenas datos) murieron cuando él era muy pequeño, por lo que su tío, el Marqués de Saint-Evrémonde, se ocupó de él hasta su mayoría de edad.
Desde pequeño, Charles vivió como un niño más de la ciudad. Se relacionaba incluso con los más pobres, cosa que su tío le prohibió cuando tuvo conocimiento de ello. El marqués era un hombre déspota, que sólo miraba por sus intereses, y eso le perjudicaría, ya que fue asesinado por un padre enfurecido.
Cuando Darnay había cumplido los 30 años, contrajo matrimonio con Lucie, hija del prestigioso Doctor Manette (preso en La Bastilla). Al poco tiempo tuvieron una hija, a la que pusieron el nombre de su madre.
En 1777 tuvo que someterse a juicio, al ser acusado de espía. Pensaban que había pasado información a los franceses (eternos enemigos de Inglaterra). Por suerte, gracias a los Manette, salió absuelto. Pero la vida no le iría muy bien a Charles, ya que, en 1789, cuando estalló la Revolución Francesa, fue detenido de nuevo. La causa era que, como su tío había sido cruel con el pueblo, ahora él pagaría las consecuencias. Fue enviado a la cárcel de La Force y allí se quedaría hasta que llegara la hora de la guillotina.
Poco tiempo después, y debido a que su suegro era un hombre muy querido en Francia, Charles fue absuelto. Sin embargo, su tiempo de libertad no duraría mucho, ya que fue denunciado por tres personas: el señor Defarge y su esposa (iniciadores del conflicto revolucionario) y el Doctor Manette.
La acusación de su suegro no fue intencionada. Sucedió años atrás, durante la estancia del doctor en la cárcel. Éste, enfurecido, escribió una carta donde contaba que había acabado allí por error, siendo todo ello culpa del Marqués de Saint-Evrémonde, denunciando tanto al noble como a todos sus descendientes, entre los que se incluía Charles.
Darnay fue condenado a la guillotina, que debía terminar con su vida a las tres de la madrugada de ese mismo día, en una plaza pública. Sin embargo, el joven siguió viviendo gracias a que un gran hombre, llamado Sydney Carton, ocupó su lugar, sin que nadie lo supiera, y decidió morir por él. Era un enamorado de la esposa de Charles, que sacrificó su vida para que ella y sus hijos no tuvieran que pasar por ese terrible trance.
Charles y su familia huyeron a Inglaterra, donde viven desde entonces.
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