Isabel creció en Tetuán, con sólo un año ganó un concurso de fotografía artística de bebés, en el cual su madre la apuntó ya que todos sus conocidos decían que de mayor, "Isabelita", como les gustaba llamarla, sería modelo internacional o azafata del "Un, dos, tres.".
Estuvo interna desde los tres años en el colegio de las madres lazaristas de San Gervasio, donde aprendió a leer, escribir poemas y rezar; aparte de tareas de la casa como coser, cocinar y limpiar. Desde entonces fue una chica destacada por sus virtudes como estudiosa y por su físico deslumbrante, tal y como los cánones de belleza de entonces: ojos verdes, pelo rubio y largo y cuerpo de revista.
Con 15 años, Isabel fue expulsada del internado por su desaparecer un día completo y volver como si nada hubiera pasado. Desde su expulsión del colegio lazarista, María Isabel de la Rosa le obligó a trabajar en su casa como ama de ella misma, hasta que Diego Peraplana la envió con diecisiete años a Alemania donde estudió el idioma y la carrera de psicología infantil. Cuando volvió a España con veinticinco años, empezó a trabajar en una clínica de Moncloa.
A sus veintinueve años, conoció a Manuel Effer en su clínica cuando este fue a llevar a su hermano pequeño. Debido a la especialidad del caso psicosocial del hermano de Manuel, tuvieron que verse mucho, y así, comenzaron a salir.
Dos años más tarde de conocer a quién sería su marido, puso un gabinete psicológico propio en un policlínico de Chamberí. Ese mismo año, un día antes de casarse, cometió el asesinato de su propio prometido, supuestamente por malos tratos que nunca fueron reputados.
Pasó diez años en la cárcel hasta que la desterraron de allí por una enfermedad terminal que la dejó paralítica. Desde entonces, fue empeorando en lo concerniente a su movilidad hasta que con cincuenta y ocho años, su familia decidió desenchufar las máquinas que la mantenían en vida debido a su estado vegetal, y casi con cincuenta y nueve años, el veinte de enero de 2014, Isabel Peraplana murió rodeada de sus tres hijos y su marido.
Isabel Peraplana con tres años |
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