domingo, 27 de abril de 2014

Alicia Scott.

Alicia Scott, era una niña rubia, con ojos claros, y de mediana estatura. Nació el 8 de abril de 1807 en Londres, y falleció el 17 de agosto de 1863 en Bath, Inglaterra. Cuando tenía siete años escribió un diario, que acabaría siendo leído por todo el mundo. Alicia no había ido a una escuela nunca, como sus familia era rica había sido instruida por un hombre de cuarenta años que iba a su casa. Sus padres no solían pasar tiempo en el hogar porque siempre estaban trabajando y su hermana le llevaba doce años por lo que cuando Alicia tenía siete años su hermana iba a la universidad. La pequeña estuvo siendo ilustrada desde los dos años hasta los catorce cuando sus padres despidieron al maestro. Después de este profesor no tuvo a ningún otro, ni fue a la universidad. Cuando sus padres murieron ella se fue a Bath a vivir en un pequeño apartamento. No tenía amigos ni solía salir. Le gustaba la jardinería, leer, escribir, era una niña con muchísima imaginación.

En su diario de cuando tenía siete años plasmaba todos sus sentimientos, sus sueños, sus viajes a mundo diferentes, lo que sentía cuando aprendía algo nuevo, el dolor, odio, desesperación y angustia que soportaba cuando su profesor la violaba, a veces cuando no había nadie en su casa, otras se la llevaba dormida a la de él. Esto traumatizó a la pequeña princesa, como solía llamarla su padre. Escribía sus miedos al instructor, lo que este le hacía hacer, lo que le obligaba. Alicia describía todos los detalles de las situaciones en las que se encontraba, el cuarto, la cama, la sangre. Cuando después de muchos años de sufrimiento sus padres se dieron cuenta de todo lo que la pequeña había sufrido a lo largo de toda su vida, intentaron mejorarlo todo. Compraron un gato blanco para que la pequeña no se sintiera tan sola, cambiaron el color de las paredes, las camas...

Después de aquella infancia Alicia siempre tuvo pesadillas con su pasado y cuando creció, muchas veces solía fumar y drogarse. A sus cincuenta y seis años murió de una sobredosis. Sentada en el suelo, en frente del espejo, con la boca llena de espuma y los ojos en blanco. Su último día de sufrimiento.

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